No lo conté porque, como siempre, no tuve tiempo, pero ya hace como un mes hice mi primera visita sobre terreno a ver el proyecto que está desarrollando la Fundación NITCA, una especie de pequeña ONG llevada por una mujer mayorcita que ronda los ochenta ya, y que busca a alguien que sostenga su proyecto.
Aquel día que entré al trabajo, la coordinadora general de la OTC me hizo pasar a la reunión que mantenía con la responsable de NITCA. Y quedamos en que más que se quedase todo esto en palabras, sería mejor que yo mismo viese sobre el terreno su proyecto.
Al día siguiente fuí al distrito VI de Managua. Creí estar en otro mundo: unos kilómetros más allá de donde está la OTC me encontré en un poblado con calles que no tenían agua potable (y donde los que la tenían se la vendían miserablemente a los que no disponían de ella, a precios abusivos), calles donde se acumula la basura porque por ahí no pasa el camión, donde la inseguridad es una de sus principales caracteristicas, donde no hay un hospital ni ninguna escuela en kilómetros a la redonda.
Bajo ese panorama, me encontré a que la fundación NITCA, creada con fondos de donaciones de jubilados e iglesias metodistas estadounidenses bajo la direccion de Rosa Capella, había creado una escuela donde así acudían los niños en vez de quedarse en la escuela. También se ha creado un centro médico que está abastecido con las escasas medicinas anti-diarréicas que les proporcionó el Ministerio de Salud (Minsa) para toda una población de 10.000 habitantes y en donde los médicos ni se atrevían a entrar por miedo a que les asalten (de hecho, solo viene un médico los jueves 4 horas a la semana).
¿Cómo ha quedado la cosa? Después de que viera todo lo que se hace en esta escuela, donde acuden cientos de niños porque el ministro de educación obliga a todos los niños a asistir, aunque no haya infraestructura para aatenderles y las clases estén supermasificadas... como decía, después de todo esto, le hice una breve presentación a la directora general de los problemas que tiene esta fundación, donde básicamente demandan: dinero para construir una nueva escuela o que alguien se interese en financiarles algún proyecto que mejore las condiciones de las calles de tierra, que en el periodo de lluvias se inundan las calles hechas de tierra.
La semana siguiente yo me puse malo: tuve el virus de la gripe, pero Rosa Capella siguió llamando a la OTC, preguntando por mí, ausente, enfermo. Cuando me incorporé de nuevo al trabajo, la Sra Capella consiguió contactar conmigo. Pero yo no tenía mucho que decirle: no sé si debería presentarles el proyecto a una ONGD española que lleve proyectos de salud, educación, desarrollo local... puesto que no hay nungún coodirector de proyecto que me pueda indicar cuál es el procedimiento a seguir.
Esta última semana he estado muy ocupado, viendo otros proyectos sobre el terreno, ya de la cooperación bilateral. A ver si saco algo de tiempo y pongo en contacto a Rosa Capella con alguna ONG por si puede ver si se les puede financiar. Ya que la coordinadora general, pese a que mostró interés en un principio al proyecto de la Fundación NITCA, la cosa quedó ahí. A ver si les saco las castañas del fuego, ahora que estoy con energía tras la enfermedad.
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